Cualquier persona puede pasar por estados depresivos cuando sufre una pérdida o vive en situaciones de tensión que rebasan sus posibilidades de adaptarse a las circunstancias.
¿Cómo detectar la depresión?
La pérdida puede ser de personas significativas, de trabajo o de contexto biográfico y las tensiones pueden ser interpersonales, familiares, laborales y sociales y, a veces, están presentes en varios de estos ámbitos. Si las demandas del entorno superan las posibilidades de respuesta del sujeto, el estado depresivo puede aparecer, así que nadie está vacunado para no sufrirlo.
Todas las situaciones precedentes son potencialmente generadoras de tristeza, que es una respuesta fisiológica que pertenece a nuestro repertorio de emociones. Sin embargo, a veces, esa tristeza se prolonga y se acompaña de apatía, labilidad emocional y retraimiento social, incapacidad para el disfrute, pérdida de apetito y de peso, alteraciones del sueño, irritabilidad, miedos, torpeza mental y dificultades de concentración, incapacitando al sujeto para el ejercicio de su actividad diaria. Hablamos entonces de un estado depresivo que rebasa las posibilidades adaptativas del sujeto y que suele instaurarse de manera gradual
- A veces, esa tristeza se prolonga y se acompaña de apatía, labilidad emocional y retraimiento social, incapacidad para el disfrute, pérdida de apetito y de peso, alteraciones del sueño, irritabilidad, miedos, torpeza mental y dificultades concentración, incapacitando al sujeto para el ejercicio de su actividad diaria.
Síntomas y tratamiento de la depresión
Estos estados requieren tratamiento psicofarmacológico puesto que expresan el fracaso adaptativo del sujeto para manejar sus circunstancias. Los tratamientos antidepresivos sirven para restaurar el funcionamiento de la circuitería cerebral y devolver al sujeto su competencia personal para el autogobierno y la toma de decisiones.
Los estados depresivos expresan una disfunción cerebral más que la existencia de una enfermedad psiquiátrica, aunque con frecuencia aparezca en personas con peculiaridades individuales o psicopatologías subyacentes que hay que investigar y tratar.
Por ello, para el adecuado tratamiento de un estado depresivo es necesario conocer la psicología y el contexto personal del que lo padece y no basta con que los síntomas remitan con fármacos antidepresivos.